6 feb 2011

Psicoterapia corporal de las heridas afectivas (1 de 9) La hibridación psicoterapeutica


Por Miguel Angel Pichardo Reyes

La hibridación psicoterapéutica

Posiblemente seas un paciente en activo, un buscador, un psicoterapeuta, estudiante, o simplemente una persona que desea sanar sus heridas para mejorar su salud y calidad de vida. Lo que a continuación te expongo son algunas reflexiones que espero te sirvan como insumo para comprender tu propio proceso de sanación de heridas, especialmente si te encuentras en una psicoterapia. Normalmente puede parecer un poco extraño lo que experimentas en terapia, y quizás lo que aquí exponemos te ayude a ubicarte en que parte de tu proceso te encuentras y porque tu psicoterapeuta se comporta y te trata de la manera que lo hace.

Las psicoterapias del siglo XXI no podrán encajonarse en los compartimentos de los estantes a los que estaban acostumbrados en el siglo XX. Las corrientes y fuerzas en psicología cayeron en el sectarismo y dogmatismo, muchas de ellas se aferraron tanto a la teoría que la realidad supuso un estorbo. Muchas organizaciones y maestros encontraron una gran beta para compensar sus propias carencias, erigiéndose en gurús y dictadores de sus iglesias psicoterapéuticas. Quienes hemos atravesado y sobrevivido a estas iglesias seculares, hemos emprendido el mismísimo camino de sus originales fundadores, esto es, el camino de la creatividad, de la revolución de los paradigmas.

Me imagino que si deseamos ser fieles a estos padres fundadores de la psicología moderna tendremos que seguir sus pasos, no como el fanático que se aferra a los dogmas o de aquel que milita en algunas de las sectas surgidas de las corrientes, sino como el explorador, el loco y el creativo que se atrevieron a formular nuevos paradigmas que atendieran a los complejos neuróticos contemporáneos.

Nos encontramos en una circunstancia propicia para romper viejos paradigmas, y sobre ellos, crear nuevos. En la actualidad existen esos intentos, muchos de ellos no pasan de ser superposiciones acríticas que toman a diestra y siniestra apotegmas o técnicas de varias psicoterapias, pero también existen iniciativas serias de construir psicoterapias eclécticas e integrativas, donde los criterios epistemológicos, teóricos, metodológicos y técnicos son considerados seriamente con la finalidad de ofrecer una atención lo más adecuada al diagnóstico o necesidades del paciente. Y también están aquellas psicoterapias híbridas, pues no son tanto diseños terapéuticos con base a las técnicas empleadas, sino planteamientos clínicos y técnicos a los cuales ha estado expuesto el terapeuta durante largo tiempo y los ha integrado en una síntesis personal, una especie de hibridación psicoterapéutica.

Parece que esta hibridación es lo que sucedió con Freud, pues si bien tuvo elementos eclécticos e integrativos, yo me atrevería a calificar su creación psicoanalítica como un híbrido, pues no superpuso elementos, ni tampoco los selecciono, sino que al paso de varios años de investigaciones, descubrimientos y fracasos llego a su síntesis personal, una hibridación de varios elementos que pasaron por la prueba del tiempo, la práctica, la evaluación y la crítica. Por eso creo, siguiendo a Freud, no hay que ser psicoanalistas, sino freudianos, en el sentido de que cada psicoterapeuta tiene la posibilidad de ir haciendo su propia síntesis, su propia hibridación psicoterapéutica. Por eso, un ecléctico se parece más a un mecánico que toma las herramientas adecuadas para realizar una compostura, mientras que el híbrido se parece más a un agricultor que planta varias semillas y deja al tiempo que de los frutos adecuados.

Mi hibridación personal en psicoterapia trata primeramente de una localización geográfica, y en este sentido no sólo es mexicana, sino que desea ser latinoamericana. Esto ya nos coloca en el horizonte de una psicología de la liberación. También se trata de una psicoterapia ubicada en la materialidad del cuerpo, y en este sentido es una psicoterapia corporal, sexuada y materialista, pues es dionisiaca, epicúrea y escéptica. Otro aspecto fundamental es el foco de tratamiento: las heridas producidas por traumas, y aquí hablamos ya de una psicotraumatología. En lo propiamente clínico soy un poco más clásico, pues retomo al psicoanálisis, el análisis del carácter y el análisis bioenergético. A nivel técnico abordo el trauma y las heridas con técnicas psicocorporales y psicochamánicas, entre otras. Y así se desarrolla este crisol psicoterapéutico que quiere ser sobre todo una psicoterapia corporal de las heridas afectivas.

En lo que sigue quisiera plantear algunas metáforas que puedan ayudar a los propios psicoterapeutas a crear sus propias síntesis e hibridaciones psicoterapúticas, pero también a los paciente a identificar la etapa del proceso donde se encuentran. En mi caso, he venido trabajando con estas metáforas para orientar mi acción psicoterapéutica. Propongo nueve metáforas prácticas organizadas en tres grupos de tres: el historiador, arqueólogo y antropólogo en el primer grupo. El detective, sastre y rompecabezas en el segundo grupo. Y el curandero, chaman y exorcista en el tercer grupo.

Cada una de estas metáforas prácticas podrán ser utilizadas estratégicamente en el proceso y acto psicoterapéutico, pues no se puede ser todo a la vez, y no todo se necesita al mismo tiempo, sino que hay que saber ser historiador, chaman y sastre de acuerdo al proceso empleado. Yo en lo particular cuento con una guía, un referente organizado que me es útil, pero que también es susceptible de ser modificado de acuerdo al principio de la metáfora práctica del sastre: confeccionando el patrón de acuerdo a la forma del paciente.

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