22 dic 2010

¿Qué significa sanar una herida afectiva?


Por Miguel Angel Pichardo Reyes 

Una paciente me confesaba que ya no deseaba continuar hablando sobre sus heridas puesto que esto le traía dolor, al fin eran solo cosas que ya habían pasado. A esta paciente que arribo a la consulta por un trastorno del estado de ánimo le resultaba difícil admitir que sus heridas de la infancia tuvieran algo que ver con su trastorno depresivo. Me ha tocado ver esta actitud en muchas pacientes, quienes esperan verse libradas del pasado y sólo acceder a un tratamiento que alivie los síntomas presentes.

Normalmente realizo el siguiente planteamiento. En primer lugar no se trata del pasado, pues este efectivamente ya paso y no es posible hacer nada con él, pero se trata de la memoria cognitiva, corporal y emocional que tenemos de ese pasado, esto es, las “marcas” o las “huellas” que han dejado en nuestra subjetividad. Y esto se encuentra en el presente, actuando de forma inconsciente sobre nuestra forma de ser y actuar: tono de voz, elecciones, compulsiones, obsesiones, miedos, estructura y forma del cuerpo, movimiento, vínculos, etc. Así que no hablamos sobre cosas que ya pasaron, sino sobre experiencias muy actuales, puesto que estas huellas y marcas se actualizan.

En segundo lugar, admitiendo esta diferencia entre la temporalidad irreversible y la actualización de la huella y la marca, es necesario aclarar el punto sobre el sufrimiento. Otro paciente me decía que porque en mis sesiones trabajábamos sólo las heridas y los traumas, y no sólo las cosas buenas, pues esto le parecía algo torturante. Efectivamente, esto pareciera ser a primera vista, pero no es cierto, pues cuando empezamos a revisar la historia nos encontramos con la paradoja neurótica; mientras más se aleja uno de la herida, más se acerca uno a ella. Este es el problema: reprimir, negar y olvidar nos lleva a repetir y a sufrir. Esto es, precisamente por no recordar y afrontar le herida traumática (y su dolor concomitante), es que permanecemos en una espiral de sufrimiento y malestar.

¿Qué es pues, sanar una herida afectiva? Una perspectiva clínica plantea la desaparición o mitigación de síntoma. Otra perspectiva existencial, sin negar la clínica, diría que es el momento donde la persona se enfrenta y se hace cargo éticamente de su verdad contenida en esa herida traumática, pues se trata de un acto de amor radical: reconocerse en la carencia para amarse desde ella. Ama tu síntoma, ama tu herida, pues ella contiene el germen de un sentido, de un porvenir. Sanar la herida es hacerse herida y amarme en ese naufragio existencial que me libera y me arroja a un futuro que se hace en el acto.

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