3 oct 2010

El “complejo de medusa”: el congelamiento traumático


Por Miguel Angel Pichardo Reyes

Peter A. Levine, médico y psicólogo norteamericano, quién ha trabajado en el campo de la psicotraumatología desde hace más de treinta años, ha acuñado el concepto de “complejo de medusa” para dar cuenta del “congelamiento” fisiológico que se genera frente a una situación amenazante para la vida. Dicho congelamiento fisiológico genera un residuo de energía que no ha sido resuelto ni descargado, afectando fundamentalmente el sistema nervioso y provocando un malestar psicosomático. La persistencia de esta energía residual no resuelta en el cuerpo es el causante del trauma propiamente dicho, presentándose como un trastorno de ansiedad, depresión, y problemas de comportamiento.

De alguna forma el “complejo de medusa” es una de las tres posibles respuestas que pude realizar fisiológicamente nuestro organismo frente a una situación de amenaza: huida, lucha y parálisis. La huida y la lucha suponen una descarga exitosa de la excitación, mientras que la parálisis o inmovilización es la causante del desarrollo del trauma. De esta forma no todo evento traumático genera un malestar traumático (o el trauma propiamente dicho), sino que éste último depende del tipo de respuesta de nuestro organismo, siendo la respuesta de inmovilización las más proclive a desarrollar el conocido Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT).

La psicoterapia con víctimas que han desarrollado trauma tendrá a este “complejo de medusa” como una variable a tratar, integrando al objetivo terapéutico la resolución de dicho complejo. Dado que el trauma es fisiológico será necesario realizar una psicoterapia corporal orientada al restablecimiento de la homeostasis en el sistema nervioso, a este le llamamos (siguiendo a W. Reich y a A. Lowen): psicoterapia corporal neurovegetativa.

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